Menudo festival de pollas le pusieron ante sus narices a esta preciosidad, la cual acabó pajeando con sus manos a todas ellas, hasta recibir un bukkake multitudinario. La chavala no daba abasto con tanto rabo y cada dos por tres, una de esas pollas se acercaba para eyacular sobre ella, llegando a conseguir que apenas pudiese abrir los ojos, ya que el semen recorría toda su cara y hasta las pestañas se le habían caído.