La cubana Diamond Kitty no es tonta y cuando entró en este sexshop, se dio cuenta de lo que había en varias de sus salas. En teoría estaban ahí para ver pelis porno, pero en realidad se trataba de un glory hole donde tras las paredes habían chicos listos para ofrecer sus pollas. Nada más ver la primera, se lanzó a por ella para chuparla como solo ella sabe hacerlo, hasta terminar follándose a ese desconocido. Luego salió otra más y continuó con su show de sexo oral, hasta dejarle correrse en toda su cara.