Aunque no era mi tipo, no estaba en condiciones de elegir y cuando conocí a esta pelirroja obesa, decidí invitarla a mi casa. Los dos llevábamos tiempo sin sexo y a ella se la veía más necesitada que a mi. No perdimos el tiempo y fuimos directos a la cama, donde la chica se tiró sobre mi sin dudarlo. La verdad es que nunca había tenido tanta carne encima, pero aguanté su peso como un campeón. Y es que para mi era un morbo muy grande follarme a una chica gorda y ella supo como satisfacerme toda la noche.