Tras dejarme sola en casa, me quedé esperando a que apareciese un repartidor con un paquete que había comprado mi padre. Pero al abrir la puerta y toparme con un chico negro, en lo único que pensaba era en probar lo que tenía entre las piernas. Apenas mediamos palabra, ya que le agarré de la pechera y nos fuimos al sofá, hasta quitarle los pantalones y comerme su enorme verga. Era la más grande que había visto, así que me preparé para disfrutar de una dura follada interracial de la que mis padres jamás se enteraron.