Aunque esta morenaza está de muy buen ver, quiere conservar su figura y para ello, ha contratado a un mulato cachas como entrenador que acude unas cuantas veces por semana a su casa para ponerla en forma. Pero al mismo tiempo, entre los dos parece que ha surgido una chispa muy fuerte y al final, ambos sucumben a sus deseos en un polvazo interracial. Ella siempre estuvo loca por probar su enorme rabo y al fin lo hizo, quemando calorías y sudando la gota gorda con una follada muy bestia juntos.