La idea era la de estudiar en casa de una colegiala japonesa que estudia conmigo, pero al final no cogimos ni un solo libro. Desde el primer minuto en su casa, la chica no paraba de acercarse y de acariciarme, hasta el punto de susurrarme al oído que quería probar mi polla. Ante semejante petición no pude negarme y finalmente, me bajé los pantalones y dejé que me la chupase de rodillas. Demostró ser una golfa y cuando nos pusimos a follar, me empleé a fondo hasta conseguir hacer que se corriese varias veces.