Tocaba clase de gimnasio y esta colegiala fue a los vestuarios para ponerse el chándal deportivo. Pero una vez allí, apareció su profesor de gimnasia y al verla, se quedó de piedra ya que la chica estaba tremenda. Ella se dejó llevar por el momento y le dejó manosear su piel suave, hasta el punto de ponerle muy cachondo. Y cuando la situación ya era insostenible, no dudó en quitarse la ropa y en probar su pollón allí mismo, gozándolo como una perra en celo.