En su día me había apuntado en clase de albañilería, esperando encontrarme a alguna chica de la universidad. Pero no había ninguna, por lo que poco a poco perdí interés. Hasta que un día, hubo un cambio radical, ya que pusieron como profesora a una diosa morena que supo como motivarme. No solo lo hizo con esos escotes que llevaba cada día a clase, sino con el polvazo que un día acabó echándome y con el que los dos nos dimos un buen atracón de sexo.