El viaje que hizo por Oriente no le fue nada mal a este turista, ya que conoció a una joven tailandesa que lo dejó como nuevo. La chica le demostró que las asiáticas pueden ser unas auténticas golfas, acompañándole a su habitación de hotel y echándole un buen polvo. No podía creerse lo fácil que le resultó llevársela al huerto, pero sobre todo disfrutó de la energía de la chica, que montó sobre su polla como si llevase años a palo seco.