Desde que empezó a darme clases, mi profesor particular y yo nos hemos llevado muy bien y cada vez teníamos más confianza. La verdad es que empezó a gustarme mucho y yo sabía que él me tenía muchas ganas. Por eso mismo y en una tarde a solas en casa, decidí dar el paso y convencerle para que tuviésemos sexo. Lo hice peinándome con unas coletas y poniéndome un traje de colegiala inocente, con el que logré ponerle cachondo hasta acabar en pelotas y follando juntos, antes de que mis padres aparecieren y pudiesen pillarnos.