Después de un rato haciendo ejercicio, necesitaba relajar los músculos y para ello, llamó a un masajista de confianza para que se pusiese manos a la obra con ella en casa. Se puso cómoda y escuchando música, llegando incluso a pedirle que masajease sus melones, algo que acabó poniendo al chico muy cachondo. Al notar su empalme, la rubia lo tuvo claro y agarró su polla para chupársela, hasta decidir ir a más y desnudarse del todo, follándoselo sobre la camilla y gozando con el polvo que me acabó metiendo.