Tras ponerse cómoda para el masaje con este mulato, Stella Cox empezó a disfrutar y mucho al sentir sus manos recorriendo cada centímetro de su delicada piel. La cosa fue subiendo de tono y tras ver como sobaba sus pechotes, decidió actuar de la única forma que sabe. Pronto se llevó su polla de color a la boca y tras sacarle brillo, quiso probarla sobre la mesa de masajes, abriéndose de piernas y gimiendo con los pollazos que ese semental le acabó dando a su chochito.