Mientras hacía fotos a cada monumento que veía, esta turista rusa se dio cuenta de como un chico la miraba y sobre todo se fijaba en su escote. La rubia se dio cuenta de que ella misma tenía sus propios monumentos y tras un rato a solas con él, le dejó probarlos en una terraza al aire libre. El tipo se dio un festín con esos pechotes y logró satisfacer a esa zorra, que no paró de gemir con sus pollazos y terminó esa visita más que contenta gracias a la follada que le metió.